Mirando el blog de Savitari que es muy inspirador, me encuentro con éste post.
Habla de que a veces entregamos e intentamos tener una actitud compasiva hacia otros, pero esos otros no lo agradecen y al contrario se sienten atacados; “Hace un tiempo descubrí que una persona a la cual consideraba cercana, al parecer yo no lo era tanto. La traté de ayudar y comprender, pero luego me enteré, que al mismo tiempo ella no hacía más que hablar cosas muy feas de mí…”, pero hay algo en lo profundo que te invita a seguir ayudando, hasta que te das cuenta que debes tomar algún tipo de “protección” para seguir ayudando, sino te dañas a ti mismo.
Dejo esta hermosa historia de un maestro oriental con un alacrán:
Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: “Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?”.
El maestro respondió: ” La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar“. Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida. No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad; otros la crean.
Foto: César Samaniego